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Nuestra herencia española

Germán Jiménez

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En más de una oportunidad hemos sido testigos e incluso partícipe de el típico debate entre el hispanismo y el hispanoamericanismo. Como venezolano, amante de mi nación, veo con buenos ojos a aquel español que defiende su gentilicio, lo contrario sería como criticar a una persona defender a su familia. Como lector, reflexivo y dedicado a la comprensión de los hechos, no pudiese negar jamás nuestra herencia española.

Sin embargo, parece que a algunos españoles e hispanistas no nativos les da alergia el adjetivo de Libertador. Entonces buscan en sus bibliotecas cualquier argumento para sesgada y descontextualizadamente empezar a decirnos traidores, como en este post e insultar nuestra historia fundacional. Ojalá tuviesen la misma fuerza para defender al reino que hoy padece en manos de corruptos títeres de intereses ajenos a los de España. 

No tuvieron la fuerza para defender al imperio ante el paso del tiempo, nos llaman traidores por separarnos de una corona sostenida por cobardes, que se entregaron al invasor francés. No tuvieron la fuerza para pelear contra la inmoralidad de sus reyes ni le dieron la apropiada importancia a las provincias lejanas de América, al punto de que estas tuvieron que valerse de si misma para sostenerse. 

Se sostienen en la letra muerta que liberaba a los aborígenes del trabajo pesado — eufemismo de esclavitud— cuando en la práctica era poco lo que podía ejecutarse. Y aún bajo esa y otras razones, muchos aborígenes defendieron a España durante de la guerra. Los negros formaron parte de las legiones infernales de Boves, en el bando realista, siendo este caudillo uno de los más temibles. Esos mismos negros luego sumaron las filas del Centauro, Páez. 

Se nos acusa de ser marionetas de los británicos, y de ser así, solo demuestran la incapacidad del imperio de velar por sus súbditos, facilitando la tarea al enemigo. Hasta hoy, aún existen aquellos que no tienen la madurez para aceptar que perdieron la guerra y que hoy siguen desmembrándose. Así como hemos hablado de nuestros libertadores y personajes históricos, también lo hemos hecho llevando a lo justo aquella famosa leyenda negra, que tampoco es dorada. 

Ahora, no por ello podemos negar nuestra herencia española, la que nos dio la lengua, nos trajo la cultura occidental y el fuego de la libertad. Somos hijos de ese antiguo imperio del que hoy, lamentablemente, poco queda de su gloria. Pero ante su discapacidad, hemos tenido que dar el paso y empezar a buscar nuestro destino. Hoy somos débiles, porque somos hijos del imperio que perdió, pero tengo al esperanza de que nuestra República, después de este largo traspiés, logrará reencontrarse para hacer lo que la hispania no pudo. Sino, nos merecemos ese mismo destino, o peor. Que sea el tiempo el juez y no alguien incapaz de reflexionar más allá de la parcialidad natural que implica el origen.

En nuestra labor, hemos mostrado a nuestros lectores las sombras de nuestros libertadores, pero siempre recordando aquella virtud que también tuvieron, porque es hacia la virtud donde debe apuntar nuestro gentilicio. ¿Qué podríamos encontrar en Fernando VII?  ¿Qué podemos encontrar en Carlos IV y su amado Manuel Godoy? Esa herencia española también tiene sombras y esas sombras la hicieron grande y la llevaron a su destrucción.

G.J.Jiménez

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