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Guzmán y los Tomos perdidos de O’leary

Germán Jiménez

Autor

Guzmán Blanco

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Guzmán Blanco utilizó la imagen del Libertador como un punto de unificación en torno al héroe. Hizo una gran preparación para su centenario. Guzmán guardaba los tomos escritos por Daniel O’leary sobre el Libertador y de estos se han generadores muchas historias, al faltar los del año 1825 y 1826.

Algunos piensan que los tomos fueron quemados porque contenían información que involucraba la imagen del Libertador. En una carta escrita por Guzmán Blanco el 4 de agosto de 1890 a sus administradores Medina y Badillo, este afirma que se reservó esos tomos y su razón.

 Los otros documentos que me regalaron los O’leary no tienen nada que hacer con la guerra de la Independencia, que fue lo que el gobierno publicó por su cuenta. Son todos los relativos a los años de 1825 y 1826 que nada tienen que ver con la guerra de nuestra emancipación. Más que otra cosa tienen por objeto justificar al General O’leary su proceder en la crisis que produjo la política del Gobierno de Colombia contra el Libertador, durante el tiempo que éste estuvo ausente por el Sur. 

Estos documentos de los años 1825 y 1826, no los regalé al Museo y los conservo yo por un motivo muy serio, muy justo y muy leal para con la Patria; el cual voy a explicar a U.U., por si acaso algún día fuere conveniente hacerlo público. 

Estando el Libertador en Lima ocupado todavía en la organización de las nacionalidades del Sur, estallaron los movimientos precursores de la disolución de Colombia. Para contenerlos, mandó al General O’leary en comisión por tierra y a mi padre en comisión por el Litoral. Ambos con los más amplios poderes. Cuando uno y otro terminaban su cometido, el primero en Bogotá y el segundo en Valencia, se apareció el Libertador personalmente, en Puerto Cabello. Allí se impuso de los resultados de una y otra comisión. 

Eran diametralmente opuestos. El General O’leary había apoyado el partido de Santander para reconciliarlo con el Libertador y someter inexorablemente por la fuerza de Páez, quien había resistido la comparecencia en Bogotá y las órdenes del Congreso. Mi padre, por el contrario, había reanimado todo el bolivianismo del Ecuador, Nueva Granada y Venezuela, como elemento contra Santander, que era el verdadero enemigode Bolívar y había logrado que Páez y todo su parido, recibiesen al Libertador como su salvador. 

La documentación del General O’Leary tiende a justificar su proceder y a deprimir el proceder de mi padre. 

Como yo tengo toda la documentación que éste había acumulado y guardado para escribir la historia de esa época, hasta ahora, en verdad ignorada, he guardado la documentación correspondiente que me regalaron los O’leary para tener el pro y el contra documentado, de tan grave suceso; y escribir la historia tan concienzuda, documentada e imparcial, como la reclaman la Patria, el nombre de Bolívar y la honra de mi progenitor, tanta veces ilustre, como son eminentes, difíciles y numerosas las complicaciones que atravesó en su larguísima vida pública. 

Ese archivo pues de los años 1825 y 1826, no solo son indiscutiblemente propiedad mía, sino que debo conservarlos para cumplir con un deber sagrado. 

Espero demostrar que tanto el General O’leary como mi padre llenaron su deber como leales servidores del Padre de la Patria, pero que O’leary no acertó en sus medios de ejecución, y sí acertó mi padre, puesto que el Libertador siguió divorciado de Santander y los suyos, y Páez fue amnistiado, honrado y enaltecido y hasta olvidado el año de 1826. 

Según González Guinán

Esta carta se encuentra en la Academia Nacional de la Historia. Archivo histórico y fueron adquiridas en 1991. Hasta ahora se desconoce donde se encuentran estos tomos ni se sabe que alguien los haya visto.

Según un artículo de González Guinán, lo que ocurrió con Guzmán Blanco y los tomos fue diferente.

 “En 1883… se imprimieron también 32 pliegos, de a 16 páginas, de documentos y Cartas para un tercer tomo que se tituló Apéndice, paralizándose la impresión por orden del Presidente Guzmán Blanco. Se fundó este para ordenar la paralización, y así nos lo dijo: “en que los pliegos impresos no contenían narración alguna hecha por el general O’Leary; en que arrojaban a los vientos de la publicidad intimidades amorosas del Libertador, que nada tenían que hacer con la vida pública de este ni con la historia de Colombia, intimidades que debían más bien sepultarse en el olvido por decoro nacional y por patriótica gratitud.

Y finalmente, es que contenían los pliegos impresos, o por imprimir, alusiones ofensivas a la reputación del señor Antonio Leocadio Guzmán(1801-1884), alusiones que también había hecho el general O’Leary en su Narración y había tenido que respetar, por acatamiento al Decreto de 3 de Diciembre de 1879 y por homenaje al historiador; circunstancias que no lo obligan con respecto a los pliegos destinados para el Apéndice” ( esta cita es  del artículo de Francisco González Guinán,  Daniel F. O’Leary: Memorias, t. I, p. 113-115. La cita procede de la p. 113-114).

 Guzmán Blanco ocultó parte de las memorias de O’leary ¿por la honra del Libertador o para favorecer a su padre? Las diferencias entre Leocadio Guzmán y muchos los militares están documentadas y no es difícil entender los argumentos de Guzmán en su carta. Queda en la oscuridad, si en las partes que faltan había información que pudiese deteriorar la imagen pública del Libertador, cómo afirma González Guinán. 

Manuel De Braganza

Fuentes
Academia Nacional de la historia. Archivo histórico. Cartas adquiridas en 1991.
Guzmán Blanco de Tomás Polanco Alcántara.

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