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Bermúdez: Libertador del Libertador

Germán Jiménez

Autor

Bermudez

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En la historia de nuestra República de Venezuela, es muy común escuchar aquella historia de Manuela Saenz como la libertadora del Libertador. Sin embargo, existe un antecedente que habla de como José Francisco Bermúdez, uno de nuestros Fundadores, se transformó en el libertador del Libertador. Esta denominación ha dejado para la historia incluso un libro homónimo, pero es importante destacar que la realidad era muy diferente al momento estático del relato y que entre Bermúdez, un hombre impulsivo e iracundo, y el Libertador, hubo grandes diferencias. Esto, es necesario aclarar, no impidió que naciera nuestra República y se formara en América la leyenda de los libertadores venezolanos.

Acorralado Simón

En el año 1817, los resultados de la guerra eran poco favorables a la causa patriota. Mientras Mariño atacaba a los españoles en Cumaná el Libertador y Arismendi veían la derrota caer sobre ellos. José Francisco Bermúdez, segundo de Mariño, se encontraba totalmente reacio e irreconcibliable con Bolívar, situación que acrecentaba los problemas que ya tenían. Derrotados en Barcelona, el Libertador junto a los demás, quedan atrincherados en la llamada Casa Fuerte, donde parecía ir la muerte a buscarlos.

Un oficio llega a Mariño, el Libertador de oriente, enviada a través de Soublette, quien expresa verbalmente la situación en la que se encuentran, y pide el apoyo, acotando el peligro que corría la República si no se unían para vencer a los realistas. Ante esta situación, Mariño, en las hermosas Sabanas de Cautaro, reune a las tropas y les dice, según lo expresado por Felipe Larrazabal en su obra Vida del Libertador:

«No debemos permitir que sean víctima de la feroidad de sus enemigos, que son los nuestros: preparémonos para auxiliarles».

Se dice que todos los tenientes de Mariño aceptaron aquella petición menos uno, José Francisco Bermúdez, quien guardaba resentimiento hacia Simón. Ante esto, el Libertador de Oriente le increpó:

«No te conozco. ¿Conque abandonaremos a Bolívar en peligro, y consentiremos que sobre él triunfen los godos? ¿Y perecerán también Arismendi y Freites, y los demás amigos patriotas que con él están? Eso no puede ser»

Ante aquellas palabras, Bermúdez, el alto y orgulloso hombre de fuerza, cedió respondiendo a Mariño «Estoy de marcha» y de esta forma partieron los dos grandes hombres de la Patria a enfrentar a los realistas y proteger a sus hermanos acorralados.

La presencia de Bermúdez es el terror de la corona

Al mando de las tropas españolas estaba el Brigadier Reala avanza sobre Barcelona para acabar con lo que restaba de la resistencia patriota. Todas las vías son cubiertas con piquetes, dejando solo libre la salida de Barcelona a Cumaná. Mariño vendría por mar y Bermúdez por tierra. Como acto de la Providencia, el miso día que llegaban a Barcelona las tropas de Real, también se acercan las de Bermúdez quien usa su imperio orgulloso sobre los realistas diciendo:

«Digan a Real que se retire porque Bermúdez ha llegado»

Muchas y diferentes pudieron ser las razones que el Brigadier realista decide retirarse, pero aquella elocuencia de José Francisco quedará enmarcada la leyenda.

El Libertador del Libertador

Sin complicaciones llegaron las tropas orientales a Barcelona. Se dice que en las cercanías del puente, el Libertador divisa a Bermúdez y aligera el paso para su encuentro. Al estar frente el uno del otro, ambos hombres cuyo rencor separaba, nuevamente los unía su nación: Bolívar, astuto, se acerca a Bermúdez y, buscando romper con aquella querella que los separaba, le dice:

«Vengo a abrazar al Libertador del Libertador»

Un fuerte abrazo de hermandad los une, Venezuela los unía bajo la misma causa, las lágrimas de aquellos dos grandes hombres se derramaban en sus caras. Un silencio se mantuvo entre ambos hasta que Bermúdez lo rompió expresando:

«Qué viva la América libre»

Sellado de nuevo, había quedado la unión de aquellos dos hombres que volverían a enfrentarse por diferencias personales, y a unirse por la lealtad al objetivo común en más de una ocasión.

Fuente 
Arístides Rojas.
Felipe Larrazabal, Vida del Libertador.

G.J.Jiménez

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